sábado, 30 de octubre de 2010

Dos lágrimas de papel

que embellece aquel muladar

de cadáveres ebrios,

salen a media noche

a fumar un par de cigarrillos

bajo la minifalda de la Luna.

Todo está tranquilo y pausado,

el lugar es pacífico

y una mirada mohína

conversa de ceja a ceja

sobre la noche en que las dos lágrimas

violaron la rosada mejilla

de una rubia mujer

de piel suave y bustos conspicuos

que tomaba un baño

entre el valle de María

y el predio de Afrodita.

El viento cantaba,

un cuerpo se limpiaba de bazofias,

el otoño regresaba al vientre de la madre

y la madre recordaba

aquella tarde en que pario

una rosa color miel.

1 comentario:

  1. me gusto mucho tu poema
    woo que talento!!!
    quiere ser como tu cuando sea grande :D

    p e a c e N r o c k

    ResponderBorrar