lunes, 8 de noviembre de 2010

Anónimo

Tengo una risa hipócrita que derrite mis pensamientos, no sé si reír o bacilar en silencio sobre tu extraño comportamiento. Es primera vez que escribo esto “hermanito de otro planeta”, no entiendo tu reacción, tu chocante comportamiento hacia mi trasparencia, hacia mi pura y casta alma, ja ja ja que risa, pero ni yo me la creo. Hay “hermano, amigo, compañero” en realidad las tres cosas, no sé qué es lo que ataca tu alma y tus pensamientos ¿es la envidia, la cólera, la preocupación por cada movimiento que hago hacia el exterior? Tus palabras gozan de una grosería atacante, no hiriente pero a distancia puedo observar tus grandes colmillos afilados que quieren destrozarme si doy un paso falso o si miro hacia la casa de mi vecina que anda por la sala en calzones talla 38(que fea webada). Me siento desesperadamente tranquilo, no temo nada ni debo nada, no me preocupo por mí, por las cosas que hago o dejo de hacer y mucho menos voy a estar preocupándome por otro ser humano, compadre y bohémico de la “poesía” como te dices llamar, hablas porque tienes lengua y recitas porque tienes voz, dices que eres un sabio, pues debe ser, dices muchas cosas, yo que sé. No es necesario estar interrogándome porque te puedes ahogar con tu propia saliva, hoy no quiero pelear ni contigo, ni con tu “poesía”, hoy sólo quiero seguir alucinando que puedo caminar sobre las gotas de lluvia que resbalan por la ventana de mis ojos y vagar como cada día, sin un lugar sin un destino.

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