sábado, 7 de mayo de 2011

A Nilda

Si volviera a nacer, desearía salir de tu vientre

así como sale el primer rayo de luz del cielo.

Tu mirada de ternura es abrigadora para mi alma,

si tú no fueras mi madre, yo compraría la potestad de ser tu hijo,

y sé muy bien que si yo no fuera tu hijo,

tú serías capaz de adoptar mi sangre

y así compartir flujos de líquidos llenos de ternura y admiración.

Te admiro por ser una rosa,

única en su clase,

la más perfecta con 7 colores nunca antes vistos.

Me amas tanto que tus gritos opacan mi rebeldía

de una manera impresionante.

Ayer estaba caminando por las calles del centro

de esta ciudad

y me tropecé con muchas miradas extrañas,

corrí desesperado,

me senté en la cima de la cumbre de tus brazos

y comencé a fumarme un cigarrillo.

El humo me llevaba hasta tu rostro,

te di un beso y te abrasé

mientras quedábamos atados con una cinta de claveles que decía:

“estamos tan cerca que la respiración es una sola…”

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